“2 En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos.
3 Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen.”.
Mateo 23:2-3 (RVR 1960)
Generalmente asociamos la palabra fariseo a una persona hipócrita, este término se ha terminado acuñando para estos fines y quisiera iniciar haciendo un poco de justicia frente a este grupo en la sociedad de su época. Debemos preguntarnos quiénes eran los fariseos y qué aporte hicieron a la religión judía. Este grupo básicamente le dio vida a una religión que iba fosilizándose. Pienso que Justo hace una buen síntesis en su reputado libro “Historia del pensamiento cristiano”, veamos:
“ Es necesario que nos detengamos por unos instantes en hacer justicia a los fariseos, tan mal interpretados en siglos posteriores. De hecho, el Nuevo Testamento no les ataca porque fuesen los peores de entre los judíos, sino porque eran los mejores, la máxima expresión de las posibilidades humanas frente a Dios. Viéndolos atacados por el Nuevo Testamento, tendemos a considerarles un simple grupo de hipócritas de la peor especie, y con ello erramos en nuestra interpretación, no sólo del fariseísmo, sino del Nuevo Testamento mismo.
Los fariseos, contrariamente a lo que a menudo se supone, subrayaban la necesidad de una religión personal. En una época en que el culto del templo tendía a perder su actualidad, los fariseos se esforzaban por interpretar la Ley de tal modo que sirviese de guía diaria para la religión del pueblo. Naturalmente, esto les llevó al legalismo que les ha hecho objeto de tantas críticas, y fue motivo fundamental de su oposición a los saduceos.”
González, Justo L.
HISTORIA DEL PENSAMIENTO CRISTIANO
(Énfasis añadido)
Entonces ¿Cuál fue el problema de ellos, cómo cruzaron hacia los lares de la hipocresía? Fue y sigue siendo obvio, se volvieron “legalistas”. Estas personas estaban más enfocadas en la forma y la observancia de las cosas que en el fondo de las mismas. Esos nos sucede en las iglesias cristianas de Santo Domingo y el la cristiandad contemporánea, una cosa somos por dentro y a veces otra muy distinta por fuera.
Son epítetos muy fuertes los que Cristo utiliza en Mateo 23, aquí alguno de ellos: vagos, ególatras, fanfarrones, megalómanos, altivos, ignorantes, hipócritas, insensatos, ciegos, necios, serpientes, generación de víboras. La palabra “hipócrita” se repite 7 veces y la palabra ciego 5 veces. Esas dos palabras adornaron el fariseísmo del primer siglo, pero la pregunta que debemos hacernos; ¿cuán diferente es en las iglesias cristianas en Santo Domingo? O ¿cuán diferente es en nuestras vidas?
Hay un interesante caso en la historia de los “anabaptistas” del siglo XVI que me viene a la memoria al escribir sobre aquellos que comienzan muy bien, pero al final de la jornada terminan muy mal y esto para llegar a un legalismo suicida. Hablemos del caso de Muntzer quien cuando llega a Praga utiliza estas palabras: “He sido contratado por el Cielo —dice— y estoy afilando la hoz para cortar la espiga… y mis labios maldicen a los impíos, a los cuales he venido a desenmascarar y aniquilar.
Otra de las incendiarias palabras de Muntzer la encontramos en un pasquín que le atribuye a él: “Ellos tasan y chupan a los pobres la médula de los huesos y encima hemos de pagarles intereses por ello. ¿Y qué hay de los especuladores, de los jugadores y cambistas, más ahítos que perro que vomita? ¿Y los del mangoneo y el derecho de capitación? ¡Malditos sean su feudo infamante y su derecho al expolio!”
Aquí otra “joya de este señor Muntzer: “El Dios vivo está afilando su hoz en mí para que pueda cortar las amapolas… Ha llegado la hora en que un baño de sangre caiga sobre este mundo obstinado por su falta de fe.”
Como dicen hoy en día, dejaré esto por aquí y me iré lentamente, y me refiero a la respuesta de Lutero en 1525 sobre la guerra de los campesinos que se titula “Contra las bandas de campesinos asesinas y ladronas”; “Un rebelde no merece que se le conteste con razones, porque no las acepta —advierte Lutero—. La respuesta adecuada es un puñetazo en la boca que le haga sangrar. Los campesinos no quieren escuchar. Hay que abrirles los oídos con balas hasta que salten sus cabezas. El que no quiera escuchar la palabra de Dios cuando se le dice con bondad ha de escuchar al verdugo cuando este llegue con su hacha. No quiero oír ni saber nada de misericordia.”
A veces caemos en la trampa de decir, “eran hombres de sus tiempo”, y quiero ser enfático aquí, estas acciones eran, son y serán siempre deleznables, no hablan de una piedad ni de una vida pía, más bien nos recuerdan las palabras de Mateo 23:23-24 “!!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello.
!!Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!”
Cuidémonos de no ser esos fariseos en las iglesias cristianas en Santo Domingo ni en ninguna. Dios anda buscando personas fieles a la fe que han abrazado y a su evangelio. Recuerda estudiar y vivir su Palabra, escudriñarla y entenderla.
El fanatismo de un estúpido puede causar mayores males que el trabajo de veinte bribones. WILHELM GRIMM (1786-1859)
¡Dios te bendiga!
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